|Aquellos días|


A veces pasa que miras hacia atrás sin poder reconocerte, tal vez fue tan brusco el cambio o tan desde adentro que no logras recordar situaciones, sentimientos y formas de ser. O será que no quieres recordarlas.

Sentada en su habitación escuchando la noticia del suicidio de uno de los integrantes de sus grupos de adolescencia, Laura iba cantando una por una las canciones de aquellos días, reconociendo en cada letra una emoción tan profunda y dolorosa que hoy parece lejana, pero ella se entrega  y empieza a recordar...

La soledad, la tristeza, el sentirse extraña, el no pertenecer, el querer no continuar más y aquella vez en el baño frente al espejo a punto de tomar una decisión. De pronto se ve aquí tantos años después sin tener noción inmediata de estos sentimientos, respira y agradece. Agradece haber salido de aquel laberinto oscuro y solitario que atravesó en silencio.

Nuevamente la cajita de pandora se abrió. Es tiempo de sanar.

Mereces un amor bonito

"Quiero convencerme que merezco un amor bonito, 
dejar de apegarme a relaciones que ni siquiera han comenzado, 
a hombres que no quieren nada serio, 
quiero...quiero de una vez...convencerme de que merezco ser amada, 
quiero sentirme segura y valiosa, 
quiero amarme, y sabes... no es tan fácil como dicen en los libros que me compre, 
en un intento desesperado por entenderme y "arreglarme", 
quiero llegar a ser, si es posible o real, el gran amor de mi vida,
quiero dejar de buscar afuera quien me quiera,
quiero encontrar ese amor adentro, 
bucear muy dentro mío y sacarlo a flote como sea
y luego cuando sea el tiempo,
poder compartir ese amor
y tener un amor bonito, 
uno que merezca y me merezca.
Quiero dejar de tenerle miedo al amor, 
sólo porque no lo entiendo o creo no conocerlo."
Laura




El sueño y el final

"Hoy me levanté después de un extraño sueño con alguien a quien amé hace ya varios años. Fue como un recordatorio... si él no se hubiera ido, tal vez yo no habría recorrido todo lo que he recorrido estos años, ni me hubiera permitido conocer a las hermosas personas que he conocido hasta hoy,
(con locuras e inéditas situaciones incluidas)."
Laura

Se levanto sobresaltada y con una cálida sensación en el pecho. Laura había soñado con aquel que creyó era el gran amor de su vida y procedió a escribir en el diario. Era como si su duelo por él hubiera llegado a su fin de una manera extraña, sorpresiva y contundente.



Estar

"Hay veces en las que siento que lo sé todo, y el mundo vibra a través de cada célula que me habita.
Hay otros días en los que simplemente no sé dónde estoy parada y no soporto el no saber, me invaden las ganas de hacer y empiezo a merodear cualquier cosa que me permita llegar a un resultado con un sentido aparente, pero sin sentido en el alma. Y ya no sé que hacer, ya no soporto ese vaivén, siento que me ahogo y no tengo las ganas ni las fuerzas para pretender salir a flote, la quietud me invade y estoy por momentos a punto de dejarme ir, y desaparecer."
Laura


Escribir era una tarea obligatoria para Laura, su terapeuta le había recomendado llevar un diario y escribir cada vez que sintiera alguna emoción desbordada. Y así entre la computadora y el libro de de terapia que intenta, por quinta vez, empezar a leer coge el diario y empieza a escribir, con la intención de no mostrar el texto sólo para ver que sale.

Era habitual no compartir ciertas ideas o pensamientos, las relaciones y los vínculos no eran así de profundos, pues Laura nunca se ha permitido ser con todo y sus desbordes frente a otros, salvo en terapia y eso. Tener el control de todo es importante.

Aunque los meses de terapia la habían ayudado a tener mayor claridad de las situaciones y formas de ser, Laura cada día le era más difícil encontrar formas de distraerse, el darse cuenta era su sombra, y sabía se iba acercando el día de contactar y sostener el vacío al que había rehuido por años.

Aunque algunas cosas parecen estar más claras, como aquella tímida y persisitente lucha por no desaparecer.

El agujero negro

Habían pasado ya dos meses desde aquella noche de preguntas y respuestas. Habían pasado semanas de desintoxicarse cual adición a las historias que había imaginado.

Empezaron aparecer preguntas en la mente de Laura. Luego de encontrase con aquella versión de sí misma que había olvidado, empezó a mapear la manera de relacionarse con los otros, con ellos.

Había descubierto que todo tipo de acercamiento era desde aquel agujero en su corazón, el que pretendía llenar sin importar nada, armando historias y argumentos para su conducta y confirmando los desenlaces que ya se entretejían en su mente.

¿Cómo detenerlo? ¿Cuándo se creó ese agujero negro? ¿ Será posible llenarlo o erradicarlo?

Mientras se hacía esas preguntas, Laura también se decía, hay un agujero negro en mi, hay un agujero negro en mi, hay un agujero negro en mi, mientras tocaba con su mano su corazón, tratando de sostener ese descubrimiento, tratando de hacer lo que aprendió, sostener y asentir.

"Tengo un agujero en mi corazón.
Tengo un agujero en mi corazón.
Tengo un agujero en mi corazón.
Tengo.
Un.
Agujero.
En.
Mi.
Corazón.
Mi corazón.
    Mi corazón.
        Mi corazón.
                Mi corazón.

Mi corazón.
Un corazón."

El diamante


"Esta bien, te daré tu espacio, no te diré nada, 
es legitimo que sientas como te estás sintiendo,
 y hay mucho que yo tengo que aprender de ti"
Laura.

Luego de decir esto Laura suspiró, y así terminó el experimento que le propuso su terapeuta. Habían pasado años y habiendo intentando de todo, finalmente los caminos las llevaron a estudiar psicoterapia, razón por la cual había empezado un proceso terapéutico, no era suficiente hacer por si misma la silla vacía y las preguntas para descubrir que había detrás.

Algo que había aprendido con el tiempo es que todos tenemos varias versiones, como las caras de un diamante, a veces nos detenemos en una sola y creemos que sólo somos esa parte, hasta que tomamos distancia y vemos los diversos lados y posibilidades de ver aquel diamante.

Cada día iba aceptando más aquellas partes que había rechazado, resentido e ignorado, cada día se iba acercando más a integrarse ella misma.

Intensamente bajo la piel

Habían pasado varias semanas desde aquella noche. Varios encuentros por la dinámica de la rutina, silencios, miradas y despedidas. Hasta que Laura decidió armarse de valor y aclarar o más bien entender lo que había sucedido y podía suceder quería que sucediera.

Es recurrente que Laura vuele años luz en sus pensamientos, y esta dinámica de "hacer que nada pasó y ver que pasa" la había, según sus palabras, "destruido" años atrás (ella siempre tan intensa). Así que prefirió hacer algo diferente, y ya que el café que él había prometido nunca llegó, y ante las semanas que transcurrieron sosteniendo la incertidumbre, se dio cuenta de algo: ella podía cambiar esa situación si tan solo daba el paso y hacía la propuesta. Y cuál clavadista amateur se lanzó, felizmente había agua en la piscina y el entrenamiento de los 4 años en stand by le sirvieron.

Se encontraron y fueron a comprar algo para beber mientras conversaban de los proyectos de cada uno, alargando la conversación sin llegar a esa "parte". Era interesante como a pesar de hacer como si nada pasara (como sentía Laura) podía sentirse tan cómoda y en confianza, se sentía tan honesta en sus expresiones como si no hubiera nada que ocultar o proteger, como si él le diera seguridad o más bien como si ella, sin darse cuenta aún, hubiera aprendido a que nadie, tan solo ella, podía lastimarla; así que simplemente se entregaba, se había entrenado para eso.

La contradicción, también, es algo recurrente en Laura, así que no se percato de éste aprendizaje mientras conversaban; ella creía que era parte de su contradicción recurrente.

De pronto y mientras tomaban algo, ella sólo agua (aunque en realidad hubiera preferido una copa de vino para tomar valor) le menciono desde lo más profundo de su ser y con el corazón abierto como se había estado sintiendo, sin máscaras, sin aparentar, ella le contó como había buscado formas de entenderse, sí, entenderse, en todo lo que se desató asumiendo su responsabilidad y dejando entre ver la de él. Para Laura era imposible no ver que todos somos responsables de los que nos pasa y de lo que sentimos, de lo que co-creamos.

Ella le contó los ejercicios que había utilizado para esta tarea, la silla vacía, el focusing, y cuanta herramienta había aprendido para resolver o investigar cada aspecto que se desató de la caja de Pandora aquella noche. No le importó mostrar su "locura" o "neurosis por resolverlo todo" era ella y quería mostrarse por primera vez tal cual, haciendo caso a los señalamientos de su terapeuta.

Él escuchaba, sabía que necesitaba ser escuchada. Cuándo terminó la diatriba y empezaron las preguntas que él respondía una por una, ella iba entendiendo y desarmando cada historia creada luego de esa noche. Es el precio de sincerarse, se dijo a sí misma. 

Las palabras iban digiriéndose, la noche dibujándose con trazos firmes y el NO se hacía cada vez más presente y real. 

No necesitó decir más o hacer su propuesta, aunque sus cuerpos coqueteaban entre sí y las miradas se buscaban, Laura había obtenido respuestas y era lo único que necesitaba esa noche.

Siguieron conversando, Laura evitaba mirarlo a los ojos por más de 5 segundos (podía resultar peligroso... se conoce) y personificaba todo lo que le contaba, hasta que llegó la hora de despedirse. No había más que hacer o decir.

El ofreció pedirle un taxi, ella desistió, "es mi forma le dijo", él no insistió y aunque propuso acompañarla a tomar su auto, ella lo detuvo y él convenientemente aceptó. Pero ahí iba Laura una vez más ocultado y evitando pedir lo que quería, no permitiéndose experimentar algo por primera vez.

Se dieron un fuerte abrazo que duró apenas unos segundos recuperando cada uno algo de sí. Y salió de ahí sin mirar atrás.

Mientras caminaba las 4 cuadras que necesitaba caminar para asimilar lo sucedido (había desarrollado ese mecanismo para asentir e integrar todo, desde hace varios años) se iba despidiendo de las expectativas y a la vez reconociéndose el haber dado ese paso, el haber puesto fin a la incertidumbre, a lo no hablado, al  "a ver que pasa".

Y aunque Laura no logra entender del todo porque le sigue atrayendo o teniendo estas ganas de acercarse y tocarlo, (tengámosle paciencia) es consciente de que no siempre lo que uno quiere es lo que se necesita, es consciente de que no siempre lo que uno quiere se es dado.

Y mientras camina y va sintiendo como se va calmando y aterrizando lo que está bajo su piel y nadie puede ver o sentir, se siente liviana y, a su extraña manera, feliz.




Acompañando el alma

Hay que sacarlo todo afuera 
Como la primavera 
Nadie quiere que adentro algo se muera 
Habla mirándose a los ojos 
Saca lo que se puede afuera 


Estado consciente

Y sí sólo quiero una taza de café, un triple vegetariano y su mirada. Okey tal vez una copa de vino, pero si podemos evitar el alcohol al menos las primeras veces. ¿No sería genial?

Y sí solo quiero eso al principio...  y si esta vez no quiero ir tan rápido.

Y si quiero hacerme preguntas, si quiero esforzarme por no  estar en el presente estando en el pasado y el futuro al mismo tiempo.

Si tan sólo me permito conocerme en esta versión y entusiasmarme con el aquí y ahora. ¿Necesito tiempo? ¿Necesito voluntad? ¿Qué es lo que necesito?

Por qué todo se complica tanto, por qué yo me complico tanto.

Y si sólo quiero una taza de café, un triple vegetariano y su mirada
¿Y si ésta vez, sólo por ésta vez, no soy yo la que da el primer paso?

Laura.

Mensaje de Whatsapp

"Te fuiste sin despedirte" decía el mensaje por whatsapp.

¡¡¡ ¿Qué? !!! Aunque para la mayoría de las personas puede ser lo más normal luego de quedarte a pasar la noche con alguien, en la historia de Laura eso no había sucedido nunca. Estaba preparada para hacer cómo si nada hubiera pasada, evitarlo una semana y mantener enterrada esa versión que no lo gustaba de si misma.

Pero todo estalló cuándo él empezó a mandarle mensajes y la invito a verse de nuevo. No eran tantos, eran pocos y casi monosilábicos.

Laura que siempre deflexiona en estos andares, aceptó verlo, pero ese día nunca llegó se quedó a unas cuadras de su casa sosteniendo el ¿Que hubiera pasado? y protegiéndose de sí misma, ella pensó.


Disculpas omitidas

Eran las 6 de la mañana y Laura tenía que partir. 

Sonó el despertador, habían pasado casi tres horas, de las que durmió al menos dos. Él seguía dormido, plácidamente y con una sonrisa en los labios ocupando casi todo la cama.

Quería despertarlo con un beso, quería colocar su cabello entre sus dedos, y acariciar sus mejillas, quería ser todo aquello que no se había permitido, pero.... de nuevo los fantasmas, los recuerdos de aquellos años, de situaciones similares y de experiencias no muy gratas la detuvieron. 

¿Y sí no quiere levantarse? ¿ Y si le dice "Okey, Chau" o "estoy cansado la puerta esta abierta sino ahí están las llaves"? ¿Y si es alguna otra reacción? Laura se hizo un mundo de aquellos que hace tres años no se hacía; paseo un rato por la habitación, salió a la cocina, tomó su cartera y apagó la música que nunca dejó de sonar. Entró al baño, se lavo la cara, esperando tal vez que con tanto movimiento el despertara, pero no. Ella no era capaz de satisfacer su necesidad, y recurrió a la práctica que había aprendido hacer desde hace años, huir.

Se escapó lentamente de la casa, cerró la puerta con cuidado y dejó la reja de la acera abierta. Camino  y camino rápidamente mientras la garúa caía sobre su piel, el frío la estremecía y el cielo aún no despertaba.

¿Por qué era tan difícil? ¿Por qué de nuevo los fantasmas? ¿Por qué no se tomó más tiempo aquella vez y desenredó el caos al que se había sometido por 5 años?  Cinco años de relaciones tóxicas, de salidas al bar, de chilcanos, taxis y levantarse asustada sin saber cómo despedirse o preguntarse si la llamarían, de hacer cómo si nada pasara y volver a lo mismo, salir con la misma persona a las dos semanas en un ciclo autodestructivo que prefirió enterrar y así olvidar quien fue, pero sobre todo cuanto dolió ese vaivén y cuanto se odiaba por permitirlo.

Cinco años le explotaron en la cara esa noche a Laura, los tres años que trato de mantener enterrada esa versión de si misma se desarmaron como si fueran papel toalla.

Llegó a la avenida, cruzó la calle por dónde vivía el que creyó era el gran amor de su vida. ¿Otra vez? ¡Sí! ¿Otra vez? ¿Otra vez?... ¿Otra vez... a lo mismo?- Se decía. Y decidió volver a enterrar todo ,subir al bus y hacer como si nada pasara. Se había vuelta experta en no sentir, y esa mañana esa habilidad olvidada le venía muy bien.

Pero, una vez que cruzas esa barrera del darte cuenta... es imposible mantener la pelota en el fondo de la piscina. Horas más tarde, semanas más tarde se encontraría con su terapeuta y sería imposible no hablar de lo que pretendía enterrar. Y valgan verdades, se había cansado de fingir que todo estaba bien y sabía era hora de enfrentar aquella parte de sí misma. 

Días más tarde... en realidad un día más tarde se dio cuenta había hecho lo que más temía le hicieran, escurrirse sin explicaciones, sin despedirse, haciendo del otro solo un objeto y desde entonces guardó unas disculpas que quien sabe cuando decida dar. ¿Tal vez a él no le importó? Tal vez el sí pensó que de verdad tenía que irse a las 6 de la mañana y todo bien. O ¿Tal vez eso hacía la diferencia semanas después?

Laura ya lo descubriría. Mientras tanto juega a hablar con partes de sí misma, para salir del caos que no desenredó hasta ahora. 

Procesos son procesos.

El vaivén de los silencios

Estaban escuchando música, compartiendo sus mundos, aquellos que solo habitan en sus recuerdos y en sus vacíos. Entre latas de cerveza y el humo de los cigarrillos se mezclaban las risas, las miradas y los silencios.

Laura le contó un secreto que la dejó ensimismada y pensativa. El contuvo la respiración y le devolvió en palabras el aliento. Silencio. Sonrieron como si nada hubiera pasado. La música continuó sonando.

Él le contó sus historias, y Laura absorta escuchaba más allá de las palabras o al menos eso creía. Veía el milagro que lo habitaba, veía las heridas debajo de la piel y la camisa, y a veces percibía el dolor adormecido que él sabía disimular; pero siempre, siempre se entusiasmaba por conocer más de su mundo, por seguir entrando tras la puerta que despacio y poco a poco él fue abriendo, entre silencios y cigarros.

Pasada la noche intercambiaron canciones que no escuchaban mientras los pretextos se fueron desvaneciendo y sus cuerpos encontraron como esquivar las distancias... y se hicieron uno en sus labios.

Silencio.

Sentidos.

Sus besos. 

Laura había preguntado e imaginado un par de veces ese momento, como suele hacerlo cuando alguien llama su atención, pero nunca imagino que podría corroborar su intensidad, su fuerza, sus abrazos y el roce suave de su rústico mentón.

Exploraron sus cuerpos, sus labios, y la intensidad de los mismos. Fue extraño para Laura, hacía mucho no se permitía sentir, o mas bien no sentía de esa manera. Todo era nuevo y lo disfrutaba, lo disfrutaba a él.

La camisa, ella miraba su camisa, los botones y como iba hacer para soltarlos, pero de la nada ella recordó fantasmas, los que no le permitieron continuar, y tuvo que detenerse.

Él entendió y en silencio chocó su frente con la de ella, suspiró y la abrazo con una fuerte ternura. 

Era extraño, nunca le había sucedido eso. Todo era nuevo, esa reacción calmada era nueva y los fantasmas se hicieron a un lado, y se sintió extrañamente cómoda y segura. 

¿Te quieres quedar? dijo él. Y mientras se perdía entre sus besos sólo manifestó la decisión que había tomado cuando todo empezó. 

Fueron a dormir juntos y para Laura todo era extraño y a la vez extrañamente conocido, y nuevamente los fantasmas. Fue una noche intensa, nueva y de lucha por mantenerse en el presente,  y al mismo tiempo abrirse a las posibilidades de lo que era el momento. 

Pasaron las pocas horas que quedaban y se acompañaron en silencio, con una breve distancia que separaba sólo sus cuerpos.

Esa parte.

"Cuántas preguntas, cuentos miedos, vienen a mi cabeza de la nada. Y a veces, en realidad desde hace algunos años... hablo con esa parte, trato de descubrir que es lo que necesita y la calmo" Laura.


Laura ha vuelto a escribir, a conectarse con la magia de las palabras, pareciera que revivió, que encontró el camino y claro siguen sucediendo las mismas cosas, es su "mundo", pero ahora con nuevas herramientas y formas. No fue fácil, pero ¡¡vamos!!, cuántos años pasaron desde que empezó a escribir "El desayuno".... 8 años... ¡ajá! 8 años 2 meses y un par de días.

Regresó como de un sueño, como si el tiempo detenido volviera a correr. Y de pronto armando piezas de arte, y de pronto en los lugares que dejo por miedo a "encontrarlos", y de pronto simplemente estaba aquí, sin reparos del pasado, vibrando, danzando, creando y soltando. Cada vez soltando.

Procesos son procesos, tiempo al tiempo.


El cielo de las paredes

Y los caminos se desvanecen en el cielo de las paredes
De pronto un mensaje
De pronto una invitación... ¿tal vez?

Y de pronto el pasado me atrapa
Y creo que pierdo de nuevo
Me pierdo de nuevo
Y los caminos se desvanecen
Se desvanecen
Se desvanecen
Se desvanecen
Se desvanecen
Se desvanecen
S
   e
         d
                   e
                           s
                         v
                      a
                             n
                                  e
                                        c
                                            e
                                         n


Dar el salto

Cómo dormir sin dejar de pensar en tus besos
Cómo dormir y no pensar en tu abrazo
Cómo dormir y recordar por qué me fui... ¿me perdonarás?

Miedo, el miedo a que las historias en espiral se repitan
Miedo a no sostener que tal vez seas igual a ellos
Miedo a que seas diferente y que todo sea real.

Dar el salto, sí, dar el salto de las nuevas primeras veces contigo.
¿Aún querrás?

Cómo dormir con miedo a dar el salto.
Saltar
Saltar
Saltar
..S..
     A..
         L..
              T..
                   A..
                        R..
                              Y esperar llegue el sueño. Mi sueño.
                                                                                        Tú.

Y va de nuevo - CUARTA FASE

La vida es una espiral
Los momentos vienen y van

Cuarta fase
Y va de nuevo.