Nuevos comienzos: ser feliz (parte final)

Y así a pocos días de terminar el 2010, me reuní con amigos, fui al cine, caminé y aunque me asustaban las fiestas de fin de año (el 24 y 31 por la notable ausencia de mi abuela) había tomado algunas decisiones como la de dejar mi trabajo, ese que me designó el código 5416 para identificarme, y empezar a hacer lo que me gusta… o… TODO lo que me gusta de una vez por todas.

Entrando a la primera semana de enero, luego de pasar la navidad y el año nuevo, el 2011 me recibió bien y empecé a hacer el recuento de lo que había dejado el 2010.

La familia que creí rota está ahí remendándose, ojala mi abuela lo hubiese visto. Yo no creía que eso era posible, pero así como yo fui reconstruyéndome y cosiendo los pedazos post febrero 2009, lo mismo parece estar pasando en colectivo familiar, espero sea cierto, espero siga mejorando y se me quite la idea de la familia disfuncional y tóxica.

Dejé el trabajo que tome por 1 año 4 meses en afán de ordenarme un poco y aparecieron propuestas y nuevos proyectos que están saliendo no tengo idea como.

Sacando cuentas del año que se fue, lo bueno, lo malo, lo inexplicable, lo sorprendente, lo triste, hizo ese año al final mejor que el anterior, aprendí un montón, me pasaron muchas cosas increíbles y conocí gente estupenda. Desempolve sueños, creí en otros, e inexplicablemente aparecieron una tras otra oportunidades que aparecieron de la nada, como si estuvieran esperando a que yo me cruzara por ahí o más bien tropezara.

...

Este año promete ser aún mejor, y si no resulta ser así como le dije a un amigo “yo haré que así sea”. Tengo la extraña sensación de que todo seguirá yendo bien, y que poco a poco o de un tirón conseguiré una que otra cosa de la lista secreta de sueños y metas que tengo guardada en el cajón, aquel que todos tenemos pero que a veces olvidamos o echamos a la basura.

Y ahí entra al ruedo una imagen que siempre me acompañará y marca el 2010. Era la celebración de fin de ciclo en el instituto y el proyecto de uno de mis compañeros resumía en si todo el año, era un toro hecho con carrizo colocado en la azotea y cuya instalación incluía luces, era un proyecto del taller de escultura, y Arturo se había peleado con el carrizo para hacer el proyecto, los cortes, astillas, pabilo, parafina y horas extras en el instituto era algo que compartíamos y fue por eso que ver su trabajo “el toro bravo” me llenaba de satisfacción, y ver su dedicación, esfuerzo y convicción también .

Al llegar a la azotea y ver con el resto de alumnos y profesores con vino en mano el toro de más de dos metros de alto el instante se hizo mágico, ahí estaba yo sentada frente al toro y detrás de él estaban todos, la luna nos acompañaba porque era el 20 de diciembre día del eclipse total lunar que pasa cada no sé cuantos años… y yo estaba feliz.

Feliz de haber llegado al instituto, feliz de conocer gente que quería crear y convertir en poesía ideas a través de carrizos, alambre, acrílicos, lápiz, carbón, foto y demás. Yo estaba feliz, viendo como a pesar de las ausencias, de las tristezas y de todo lo bueno que sucedió ese año me encontraba en el lugar y tiempo indicado para empezar lo que sería el resto de vida, casi un renacer, casi sabiendo que todo iba estar bien porque yo era feliz, y porque hacia lo que me gusta, YO ERA FELIZ y creo que seguiré siéndolo por mucho tiempo.

Good bye 2010, 2009… descansa en paz.

Bienevenido 2011… es solo el comienzo.


Foto de proyecto de escultura "Toro Bravo"
Arturo Gonzales Ramos - Edith Sachs, Dic 2010