Laura se va

Y así se terminó el año y este blog!
Que cumplió su cometido, o se hizo el intento,
transformar, producir, crear.

De ahora en adelante Laura se va,
para vivir y dejar vivir.

Feliz 2010!!
píntenlo de la mejor manera
y construyan más sueños!!!


CALENDARIO
Julio
Nueva etapa: siendo

Setiembre
Viviendo

Diciembre
F I N



POST IT
No hay nada que perder
s e r


El juego

Y así fue, se encontró con el muchacho de ojos grandes, sonrisa encantadora y conversaciones de madrugada otra vez.

Luego de un par de conversaciones y silencios, luego de un poco de desconcierto, luego de dejarse de juegos tontos que le insinuaban sus amigas, juegos propios del romanticismos barato, entró en cuenta de que si no hacía nada ese posible encuentro no sucedería, y ya que no pedía nada a cambio y no perdía nada tampoco, decidió invitarlo a salir esta vez. Él aceptó.

Otra vez a caminar por aquel distrito conocido; subieron, bajaron, entraron, salieron, hasta volver a “el lugar”, tragos van, tragos vienen... esta vez una larga conversación para bajar el licor... luego... otra vez... en blanco, en negro, en blanco... juegos bajo las sábanas, lámparas a media luz, música, incienso, silencios, placer.

Laura no buscaba compromisos, no buscaba enamorarse; ya había tenido suficiente de eso. Lo que ella quería era dejarse llevar, aprovechar el momento, no cuestionarse, tener algo que no pudiera definir y qué mejor que con el muchacho de conversaciones de madrugada, a quien ella creía conocer o ya conocía al menos en su imaginación, en las letras en digital, en aquel mapa virtual que se trazaba cada noche.

Él se iba en ¿meses?, ¿semanas? No importaba. Eso era lo genial: una historia con fecha de inicio y de término; sin ataduras; sin pensar en qué pasará, en qué se hizo mal. Detenerse a pensar sólo en el día de partida, que ya tenía fecha y hora. Sólo ahí los protagonistas, llegado el momento, evaluarían el final, aunque éste ya estuviera pactado.

Miradas, sonrisas, roces, juegos bajos las sábanas, almohadas, sudor, respiración, palpitaciones, calor, placer, silencios, calor, placer, sonrisas, caricias, juegos, calor, placer, ¿conexión? Eso era lo que había encontrado con aquel muchacho o lo que quería encontrar. Con eso bastaba. ¿Y a él también?

Esto, esto, esto... era el llevar una situación, llevar el encuentro de dos personas que se juntaron por el destino o por ¿casualidad? al máximo y observar, hasta donde fluya (a ver que pasa). Una fascinación por lo desconocido irrumpía en su alma.

Esta vez una conversación antes de irse, comer algo, reírse, miradas insinuantes, un beso no en la mejilla y adiós. No hablar del asunto hasta que el próximo encuentro se produzca o simplemente no hablar de eso, continuar en silencio cómplice las conversaciones, continuar aquel juego del que sólo ellos sabían las reglas.

Mientras, pasaran los días, ella se permitirá pensar en él, imaginarse con él, en él... y luego... a la rutina, a los horarios, a los sueños tontos, a pensar en el quehacer, a ordenar la otra parte de su vida... hasta que suceda el tercer encuentro...

Ella no pedía nada a cambio, había fecha de termino y eso era genial, se sentía muy bien ahí, con él bajo las sábanas, abrazándolo, tocándolo, acariciándolo, respirándolo, sintiéndolo, entregándose sin pensar por ese par de horas infinitas, sólo por el y hasta el tiempo pactado: noviembre.

Aquel muchacho de ojos grandes, sonrisa encantadora y conversaciones de madrugada, aquel que le dibuja una sonrisa peligrosa en el rostro, aquel que tal vez no imagina que....

A ver que pasa.

En blanco, en negro, en blanco

Y era de mañana, ahí acurrucada, desnuda, su piel era acariciada por suaves sábanas de invierno color pastel.

Poco a poco los rayos de sol que atravesaban la ventana iluminaban sus rostros mientras Laura abría sus ojos suavemente, encontrándose con él, entre sus brazos, cerca de sus labios y respirándolo.

Él, aquel muchacho de ojos grandes, sonrisa encantadora y conversaciones de madrugada.

Él, que apareció de la nada el día que decidió coger sus recuerdos, hacerlos chiquitos e insignificantes y los metió en una caja.

Una sensación extraña le embargó esa mañana y no era precisamente producto de haberse permitido por una noche seguir sus deseos, sus instintos, sus impulsos y ponerse en evidencia; era la extraña sensación de comodidad, de pertenencia, de sentirse en el momento correcto.

Sensación que disfrutó hasta que llegó el desconcierto.

Después de tres semanas, después de algunas conversaciones con él por Internet a su retorno a la ciudad se dispusieron a salir, conocer un par de lugares, conversar y ver qué pasa.

En caminos zigzagueantes se encontraron recorriendo un distrito conocido de la capital, entrando, mirando, escuchando y saliendo hasta encontrar “el lugar”. Entre risas, comentarios tontos y silencios el camino continuo.

Finalmente, luego de una búsqueda de aproximadamente treinta o cuarenta minutos llegaron a un lugar atiborrado de gente en donde el protagonista en el espacio de arribo eran las conversaciones y murmullos de la gente, acompañados de los tintineos de los vasos y botellas destapadas.

¿Una cerveza? Ella aceptó, y bajaron a la zona de baile, sus cuerpos con tímidos movimientos ondulantes se acercaban de vez en cuando para comentar alguna canción, hacer un comentario o simplemente estar.

Pasó una hora, pasaron dos, pasaron tres... y tres botellas personales de cerveza también. El lugar abajo se iba llenando y arriba desocupando.

¿Vamos arriba? Ella aceptó, los murmullos eran menos, el tintineo desapareció y entre comentarios tontos y sin sentido él preguntó ¿Un pisco sour? Ella aceptó.

Continuaron comentarios, continuó la cercanía pues los efectos de la música alta entorpecieron los oídos ¿o no? y fue ahí en ese instante, en uno de los tantos acercamientos que todo realmente empezó y también se diluyó.

Un beso, una pregunta, un beso, una respuesta, un beso, dos besos, tres besos, una escalera, la calle, un beso, una pregunta, un beso, una respuesta, un beso, una pregunta, un beso, una respuesta, un beso, un taxi, un beso, una pregunta, un beso, una respuesta, en blanco, en negro, en blanco, una puerta, un beso, un ascensor, un beso, un piso, un beso, un departamento, un beso, un cuarto, un beso, una cama, un beso, preguntas tontas, un beso, respuestas tontas, un beso, un beso, un beso, varios besos, un sueño, el sueño, en blanco, en negro, en blanco, el día, de día, una sensación extraña, un abrigo, una caricia, un beso, un beso, un beso, bromas tontas, comentarios sin sentido, un beso, vergüenza, un beso, desconcierto, un beso, un bostezo, desconcierto, una risa, una sonrisa, miradas al vacío, silencios torpes, desconcierto, vestirse, bromas tontas, cocina, ¿agua?, un jugo, ¿comida?, un jugo, una sala, ventanas, alfombra, simpleza, belleza, caminos, camino, comentarios tontos, una puerta, comentarios tontos, un ascensor, un botón, comentarios tontos, un beso en la mejilla, “hablamos”.

Una extraña sensación de felicidad y placer la embargó y también asustó, había dormido con aquel muchacho de ojos grandes, sonrisa encantadora y conversaciones de madrugada.

Aquel muchacho que se quedaba sólo por tres meses... ¿y qué? A ver que pasa. Ella aceptó.

Etapa concluida

De aquí para abajo, de aquí para arriba, todo es diferente.
El tiempo enseña, el tiempo cura. El tiempo. Sabio el tiempo.
Llegó el equilibrio y atrás dejó:


CALENDARIO

Junio: además del invierno y nuevas costumbres, el tiempo se muestra como aliado.

Mayo: a un par de meses de cumplir los 27, Laura se encuentra en reconstrucción avanzando de a pocos pero firme. Continúa la batalla pero ahora con un par de victorias a cuesta.

Marzo: ausente, al menos su corazón lo está. Alguien se lo llevó, alguien se lo robó, a alguien se lo entregó. Laura se enamoró y no hay marcha atrás. Aquí yaceran sus memorias, su diario, sus trazos, sus cambios, su batalla.

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POS IT

perspectivas... reordenando...

hay cosas y sentimientos que no se pueden olvidar, simplemente hay que aprender a vivir con ellos...

a veces hay que dudar para saber lo que quieres realmente...

la vida continúa...

Despeínate!!!!!!

Habrán días buenos, habrán días malos... a sobrellevarlos!!!!

Proyectos!!!

L@s amig@s son ángeles que nos llevan en sus brazos cuando nuestras alas tienen problemas para recordar como volar.


A pasos lentos pero firmes... sonríe

Cosiendo los pedazos... casi completa y completando

Voluntad!!!

El presente es el presente!!

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Lecturas de medianoche

El Hombre de Hielo –seguí contándole a Rodrigo– desea a la Mujer de Fuego, y ella lo desea a él, pero ninguno de los dos se dará cuenta de su amor, sino hasta que se hayan destruido mutuamente.


¡Llegó el invierno!

Con él muchas nuevas noticias, ideas, trazos y experiencias.

A Laura empezó a gustarle el invierno, si bien ningún extremo era de su agrado, aprendió a apreciar el frío y la neblina, que poco a poco iban mostrándole las calles y nuevos horizontes.

Comenzó a comer helados los domingos a las siete de la noche en una mesa que ya era suya, junto al árbol que la abrigaba del frío.

Aquella mítica heladería en Magdalena se convirtió en su refugio de los domingos. Las chicas del local ya la reconocían, y, de antemano, tomaban la orden: medio litro de helado, fudge, mermelada y un conito.

Sí, a Laura le gustaba jugar con el helado cada vez que se cansaba de leer diez páginas del libro que llevaba para la noche.

Intentaba tener nuevos hábitos, recuperar viejas ilusiones y metas que, en un principio, la acompañaron cuando empezaba su afán de independencia hace ya algunos años.

Que si escribir poesía, que si leer un libro, que si decirle a la gente NO ME CAES BIEN; no esperar nada, no esperar a nadie, no estresarse por nada ni nadie, sintiéndose totalmente libre de ser quien quiere llegar a ser.

El invierno además del frío y los helados de tarde-noche trajo renovación, vitalidad y muchas ganas de vivir nuevas experiencias; conocer gente, lugares, cosas, etc.; todo aquello que representara lo maravillosamente desconocido y lejano.

Laura empezaba a hacer cosas; no solo a pensarlas; no solo a depurar algo de mierda de su cabeza; no solo a aceptar que él ya no está. Laura hacía cosas, muchas, variadas y locas.

El hacer es muy importante en este tiempo: el hacer, el hacer, el hacer...

Laura está aprendiendo a vivir con ese fantasma, con esos sentimientos; los que ha hecho a un lado para continuar, los que ignora ahora con ayuda de su ausencia, pues él regresará en meses. Aunque, a veces cuando escucha su nombre o aparece algún recuerdo, por unos segundos el tiempo se detiene y luego, a veces, en secreto inventa alguna o varias historias juntos.

Laura en estos precisos momentos va hacia lo maravillosamente desconocido y lejano.

Cosiendo los pedazos

Luego de varias semanas, Laura se encontraba en una nueva etapa. Para ser más exactos al inicio de una transición.

Había entrado en razón de lo que le hacía falta, de lo que tenía que hacer en este nuevo tiempo, que tenía que preocuparse por ella, completarse y llenarse por ella misma, pues la caridad empieza por ella. Si bien tenía voluntad y se sentía más segura y más tranquila, aún estaba cosiendo los pedazos que había dejado el pasado y éstos eran tan frágiles que podían romperse en algún momento si decidía correr con ellos encima.

Cuando una persona culmina una etapa suceden muchas cosas, muchos cambios, muchos despertares. Depende del tipo de persona para que el proceso sea rápido o lento; también depende de la necesidad de aprender y sobrellevar los cambios. Son varias fases: el despertar, el miedo, el descubrimiento, la conciencia, el aprendizaje, la asimilación y finalmente y la más difícil el ser y estar. Laura está entrando a la asimilación.

Laura había comprendido que la última conversación con él en el parque había sido necesaria para soltar el pasado, pero que no estaba lista aún para conversar sobre los dos; sea cual fuese el final, no era el momento, faltaba y aún falta mucho por recorrer y para eso el tiempo era su gran aliado y testigo.

Se dio cuenta también que debía encerrar sus sentimientos (hacia él) por un tiempo, porque por ahora si bien estaban presentes y casi seguros no eran buenos en esta nueva etapa, eran una distracción; debía olvidar, o más bien, ignorar esos sentimientos para reconstruirse y así, luego, poder enfrentarlos y reconciliarse con los verdaderos y sanos, que poco a poco van quedando sin necesidad de que se preocupe por ellos. Que él se vaya de viaje por casi cuatro meses era bueno y también una señal.

Laura estaba segura de algo, se había encontrado entre tanta mierda, conflictos y tristezas; le había costado tanto encontrarse que no pensaba ni se iba a permitir perderse una vez más. Había identificado lo necesario para completarse y daba pasos lentos, moderados, pero firmes. Si se cansaba en el camino se empujaba, se obligaba a seguir, no podía permitirse caer, no podía detenerse, continuaba a veces arrastrándose pero continuaba. El dolor y la tristeza tenían que servir para algo, tenían que volverse en positivo, esa era su lucha.

Los sentimientos por él se mantenían ahí, tercos y firmes. Había que tomar decisiones, porque no había equilibrio entre lo que sentía y cómo estaba. Había cosido los pedazos y si corría simplemente se desarmaba y todo lo avanzado se perdería. Tenía que tener fe y tenía que mejorar para ella y no porque quería que él volviera o porque lo quería en su vida. Esta diferencia ya se iba aclarando, poco a poco Laura veía y se afirmaba en lo que era mejor para ella.

Ella sabía que tenía que tener fe de que las cosas suceden por algo, y que lo avanzado, a pesar de las caídas, terminaría bien, que todo es un aprendizaje. Esperanza en tener muchas victorias y sorpresas, la vida era larga y el camino infinito. Caridad para preocuparse y ocuparse de ella misma. Y amor en primer lugar para ella, segundo para ella, tercero para ella y luego para los que la rodean, porque sólo cuando una persona está llena de amor puede dárselo a los otros y puede compartir.

Laura había avanzado mucho en tan corto tiempo y con tan pocos pasos, que a ella misma le sorprendía, pero también sabía que tenía que ser astuta. Si bien había cosido los pedazos, los puntos estaban flojos y podían romperse. No podía “creer” que estaba bien, tenía que sentirse y estar bien.

Su meta era no detenerse, no caerse, pero tampoco correr. Alcanzar el equilibrio emocional y mental. Estaba ya encaminada pero le faltaba mucho aún. Eran días de lucha y de victoria.

Laura continúa cosiendo los pedazos y remendándolos, asegurando las costuras y escondiendo los hilos, porque el acabado debe ser perfecto y resistente.

Para Laura vendrán muchos días de lucha, pero también de victoria.

Todo cambia

Cambia lo superficial,
Cambia también lo profundo,
Cambia el lado de pensar,
Cambia todo en este mundo,
Cambia el clima con los años…
Casi todo, todo cambia,
Que yo cambie no es extraño…

Cambia el rumbo el caminante, aunque esto le cause daño
Y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño…
Pero no cambia mi amor por más lejos que me encuentre….
… Que yo cambie no es extraño…
… Que yo cambie no es extraño…
… Que yo cambie no es extraño…
… Que yo cambie no es extraño…
… Que yo cambie no es extraño…
… Que yo cambie no es extraño…
… Que yo cambie no es extraño…
… Que yo cambie no es extraño…
… Que yo cambie no es extraño…

Esta canción llegó a Laura. De alguna manera siempre está atenta a las cosas o situaciones que pueden decirle algo. En este caso una canción, a veces es una película, un comentario en el bus, alguna frase suelta de sus amigas. Alucina que son como señales que le ayudan en este trance, en este proceso, en los cambios que ahora sabe son constantes. Ahora está atenta, despierta, y podría decirse más receptiva.

El cambio es constante, todo cambia, las mañanas no son las mismas, ni el cielo es azul siempre, a veces dependiendo del día tiene matices producidos por las nubes.

Todo cambia, todos cambian, todas cambian, algunas dependiendo de los golpes más rápido, a otras les toma más. El tiempo ayuda a clarificar esos cambios y a procesarlos.

El tiempo… el tiempo… el tiempo… el tiempo

El tiempo siempre es bueno y sabio. El tiempo tiene sus secretos. El tiempo es cómplice y aliado.

Todo cambia, Laura cambió, seguirá cambiando, transformándose, aprendiendo. Laura no es la misma, no son los mismos sueños, no son las mismas metas, esta vez son mejores y más difíciles y por ello más satisfactorias.

El tiempo es su cómplice y aliado. El tiempo... el tiempo...

Domingos

Han pasado varias semanas desde que Laura lo vio por última vez. Está más confiada, segura y optimista. Ha logrado encontrar el camino, aún con ayuda y a pasos lentos pero firmes.

Es domingo, y son los días más difíciles para ella. Por año y medio el domingo los pasaba con él y lo que la perturba es no recordar que hacían los fines de semana y que hacía antes de conocerlo. Para poder reconstruir sus domingos hacía falta un orden y alejarse.

Es un día de nostalgia y si bien su agenda tiene actividades pensadas para la tarde noche, hay preguntas que se asoman esos días ¿Cómo estará? ¿Qué estará haciendo? ¿La seguirá queriendo? ¿La habrá olvidado? ¿Estará bien? Laura no recuerda el último fin de semana lindo que pasaron juntos y no sabe porqué quiere recordarlo.

Es domingo, y son los días más difíciles para ella. Laura no puede evitar pensar en él, es como si aquellos sentimientos se hubieran agrupado y tratarán de abrir una y otra vez aquella caja en donde los encerró. Retumban en su ser, quieren escaparse, quieren gritar y decir te amo.

Pero Laura tiene que ser fuerte, no puede soltarlos, no tendrían hacia donde, se estrellarían contra una pared y una pared no puede amar.

Es domingo, y son los días más difíciles para ella. Si bien hace unos días atrás se encontraba haciendo fila para un concierto de jazz, con la gente esperando, los venderos y las vicisitudes que implica, en ese momento se sintió feliz y recordó como era antes, aquellas salidas solas, aquellas colas, la gente nueva y desconocida, y la sensación de salir renovada de cada evento.

Pero hubo un pequeño instante en el que volteo para contárselo a él, para compartir su alegría, pero él ya no está, hace mucho que no está. Así que compró un chocolate y continuó su camino. Caminar le hacía bien, caminar con ella misma la regresaba al camino.

¿Qué pasa cuando pierdes el rumbo, cuándo te desvías hacia la oscuridad? Laura perdió el rumbo muchas veces en los últimos meses, luego se dio cuenta de las cosas realmente importantes y de aquella persona que estaba a su lado en las buenas y malas pero que perdió de vista. Aquella frase trillada de nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde aparece en su mente y cual sentencia también anuncia sus aprendizajes.

La vida sería simplemente aburrida si no se perdiera el rumbo, además, esos pasos perdidos nos enseñan y luego traeran consigo alegrías y sorpresas inimaginables... pequeños momentos de satisfacción para los que debemos estar atentos y continuar sin arrepentimientos...

A Laura solo le queda continuar, seguir el camino, cargar con sus errores, sus aprendizajes y con aquella caja en donde están encerrados sus sentimientos reafirmados hacia él, pero que ahora no tienen a donde llegar, se convertirían en gritos sordos... a Laura le queda continuar...

Es domingo, y son los días más difíciles para ella.

Me encanta verte feliz

Era un sábado y había una fiesta en su casa. Pese a los comentarios de "ni se te ocurra ir" o "después no vengas con que te sientes mal" de sus entrañables amigas, Laura decidió ir a la fiesta.

Era la celebración de cumpleaños de una de sus amigas, una de las pocas que Laura tenía, la que justamente vivía con él en el departamento. Si bien ya habían pasado semanas y estaba mas clara en sus ideas, no sabía lo que le esperaba. No sabía si la pasaría bien o si iba terminar yéndose a los 15 minutos.

Pero Laura tenía que ir, era un compromiso, era su amiga y era un cumpleaños significativo. La consigna era sentirse bien y divertirse (poner sus sentimientos en una caja fuerte cuyas llaves sólo tiene él y sólo puede abrir él con su decisión). Sentirse bien y divertirse sin lastimarlo, tratando que él tampoco se sienta mal, después de todo era su departamento y esa era una de las razones para dudar el asistir a la fiesta.

Llegó temprano, él no estaba, habló con la cumpleañera, habló con la gente y tomó un delicioso ponche, el mismo que tomaba siempre en las usuales reuniones que la mancha de él realizaba.

Pasó una hora, pasó media hora y llegó él. Se dio el saludo respectivo, como siempre él amable y lindo.

Coincidentemente, era la hora de hacer la chachita y comprar la cerveza. La tarea fue encomendada, y Laura al ver que sus compañeros de charla de esa noche se iban a cumplirla, decidió acompañarlos.

Al regresar, lo usual, la gente conversando, tomando el ponche (que se acababa) y la cerveza (que llegaba). Él estaba ya en un grupo, conversando y sonriendo. Él estaba lindo.

Había que integrarse a la reunión. Encontró una amiga y se puso a conversar, se unieron dos a más a la charla, luego los acompañó la cerveza mientras más invitados llegaban.

Cada quien en su rincón, cada quien en un grupo, los amigos en común pasando y de rato en rato conversando.

Él estaba en un grupo conversando y sonriendo, probando el ponche, probando el vino, probando el ron. Él estaba en un grupo conversando y sonriendo. Él estaba lindo.

Laura por ratos desviaba su mirada hacia él y al verlo feliz, no se sintió mal, se sintió extrañamente contenta y hasta feliz, más cuando él se convirtió en el DJ de la noche y en el prometedor bailarín de la fiesta.
...

CDS vienen y van, pasando por un viaje de la música tropical peruana, posterior a la salsa que el anterior DJ puso. Laura podía ver cuán contento, libre y divertido estaba él esa noche, quien a su típica, encantadora y única manera de bailar le demostraba que estaba bien.

Él estaba bien y Laura se sentía bien de verlo así. Hacía meses que no lo veía así. Hacía meses que no disfrutaban de una fiesta juntos, aunque esta vez cada quien estaba por su lado.
...

No cruzaron palabra sino un momento y era sobre el taller. Laura dudaba en acercarse, no quería invadirlo, no quería incomodarlo, no quería bajonearlo, no quería dañarlo, además cada quien estaba por su lado, y tal vez era mejor así, después de todo para estas situaciones no hay reglas o normas de comportamiento, y si las hay el corazón entra pánico y las olvida.
...

Pasó la medianoche, pasaron la una, pasaron las dos, las tres, las cuatro, las cinco y las seis, sólo quedaban un par de amigos a quienes se les hicieron unas camas improvisadas en la sala. En el grupo estaba Laura quien no pensó quedarse hasta esas horas.

Tendidos en el piso los cuatro colchones, de diversos tamaños, grosores y colores, Laura sentada frente a ellos, no pudo evitar sonreír.

En todos y cada uno de ellos había dormido con él, en todos y cada uno de ellos había hecho el amor él. Cada uno tenía una historia, cada uno significó algo, un cambio, un avanzar, una noche inolvidable.

Estaban ahí recordándoles a Laura sus historias, estaban ahí ahora para extraños, para acurrucarlos y acompañarlos en sus sueños post borrachera.
...

Le toca ahora dormir en uno, esta vez sola y por unos minutos porque ya amaneció y sólo espera que salgan los buses. Se recuesta, se cubre y piensa "Él estaba feliz, contento, libre, divirtiéndose, él estaba feliz… y eso me encanta. Me encanta verte feliz"

Carta 1 en la carpeta borrador

Hola, que tal! ¿Cómo te fue en el viaje? ¿Que tal tú espíritu aventurero en búsqueda por conocer nuevas cosas? Espero todo haya pasado bien.

¿Sabes? éstos días me di cuenta de otras cosas.


Tenías razón, era necesario que nos hayamos separado, si bien lo reconocí en su momento, he descubierto, además, que tengo mucho que crecer y aprender. Es doloroso porque se firme y honestamente cuales son mis sentimientos hacia ti.

Pero... sí, tengo que reconocer que tengo mucho que aprender, no sobre relaciones de pareja porque de eso aprendí a darme cuenta y sé que es mas lindo cuando es de dos, pero si sobre mis errores y sobre todo aprender sobre mi misma.

Aprender a estar sola, con mis pensamientos, mis fantasmas y mi carga; para poder afrontarlas y saber sobrellevarlas. No para pasárselas a alguien y las cargue por mi.

Tener mis rutinas, mis pasatiempos o más bien recuperarlos y disfrutarlos sola. Tener solo la necesidad de estar conmigo misma. Para luego disfrutar de una agradable compañía y compartir, sí compartir porque es eso el aventurarse en una relación, más allá de la pasión, el gustar, el sexo – que también forman parte de- es compartir y no absorber. Nadie puede dar lo que no tiene y por un buen tiempo yo me quedé sin batería.

Si bien me encantaba estar contigo aun sin hacer nada… ya sea tú en la computadora (que mucho no me gustaba pero luego entendí) y yo hablando con la gente del depa o leyendo ante tu insistencia… eso se fue desvirtuando. Porque me agradaba, y aún me agrada tu compañía, tan solo por compartir unos momentos juntos, pero luego se convirtió en necesidad y luego en un vacío y así fue perdiendo calidad y eso no nos lo merecíamos.

Por eso, cuando decías que era mejor haber terminado para no terminar siendo esas parejas aburridas que no se soportan y en donde ella sale a pasear el perro por no ver al marido. Te diría que creo firmemente ahora y aquella vez en el parque que no sería así con nosotros, que no lo permitiríamos, que con nosotros no va la mediocridad, que nosotros buscamos aventuras y crecer, que no soportaríamos la rutina, que viajaríamos cada quien con sus proyectos, que nos recordaríamos como volar y nos acompañaríamos para no perdernos en nuestras propias búsquedas.

Sí, tengo que reconocer que los últimos meses juntos no fueron de calidad, el tiempo que pasábamos juntos perdió su esencia de ser, fue entonces cuando abusé de él y ese tiempo se convirtió en un escape. Invadí tu espacio y te absorbí.

Me convertí en eso, en ese bulto que no sabía para donde ir, que estaba perdida y era mi responsabilidad. Y tú de gran corazón y sinceramente trataste de ayudarme y apoyarme hasta donde podías y hasta donde soportaste mi apatía “nadie puede ayudar a quien no lo quiere” o en mi caso a quien no se da cuenta que tiene cosas que solucionar. Porque tú también tenías tus propias batallas y búsquedas. Me encanta saber que ahora estas bien y encontrándote, porque yo no estaba ahí para acompañarte en esos momentos, porque un ciego no puede ayudar a otro ciego. Porque en ese momento no te dije que todo saldría bien.

Ahora estoy aprendiendo a rehacer mis días, sobre todo los fines de semana, los que siempre pasaba contigo. Es fácil cuando sólo sabes que tienes que llenar las horas porque bueno no hay nada que hacer y porque no quiero pensar en ti. Pero es aún mejor y más retador cuando sé que tengo que estar conmigo misma y pensar en mí, en lo que quiero, en lo que hago, en lo que quiero convertirme por y para mí.

Lo que no mata fortalece, y podemos convertir algo triste en algo productivo. Nos transformamos siempre, son frases que están constantemente en mi mente.

Ahora veo de lejos esa última conversación en el parque y creo que si bien dije lo que necesitaba en ese momento… fue prematuro y sabes te agradezco haberme escuchado, pero yo no estaba lista.

No estaba lista para afrontar esa conversación, estaba empezando en una vorágine de aprendizajes y encuentros conmigo misma que ahora me hacen ver las cosas de forma más clara y que imaginó con el pasar de los días irán clarificándose más. El tiempo ayuda a mostrar y también cura.

Las verdaderas reflexiones vienen luego y con el tiempo, los golpes enseñan, y pese a que tal vez no puedas creer que lo que no hice en cerca de seis meses lo empecé a hacer en dos, te diré que todo es un proceso y que los golpes dejan huella. Que los cambios siempre están ahí solo que ahora soy más conciente de eso. Que voy por buen camino, por eso estaré bien, por eso estoy bien, con días buenos y días malos, pero bien.

Se que de alguna manera te preocupé con la última charla y creo puedo parecer bastante frágil, pero estoy asumiendo las cosas de otra manera, una que me ayudará a crecer, que es algo que todos debemos buscar y que es un proceso continuo.

Se que te pude haber incomodado con esa charla en el parque, regresando cosas que ya pasaron y que tal vez, mas bien nos entristecen y duelen. Eso es el pasado y ahora ambos debemos preocuparnos por el presente, porque el futuro llegará y sólo cuando llegué y se convierta en un presente nos preocuparemos ¿no crees?

Espero todo bien contigo.
Un fuerte abrazo.

Laura

AHORA ES DEMASIADO TARDE

Una de las tantas cosas que hacía Laura para distraerse fue sumergirse en Internet. La chica de las flores le recomendó el blog BUSCO NOVIO, pero ella se quedó enganchada con BUSCO NOVIA.

Escrito por Renato de 33 años, soltero y en busca de una novia, este blog parecía mucho más interesante, significaba sumergirse en el mundo de “ellos”. Sus penas, sus experiencias, sus roches. Un espacio para conocerlos, para saber que dicen ellos de ellas.

Un post llamó su atención “Ahora es demasiado tarde”. En este post Renato cuenta la historia de Miguel un pata que vivió un tórrido o mas bien tormentoso romance con Francesa. Una historia algo similar pero realmente el extremo a su situación.

Ella le lloró, farfullando algunas de esas clásicas expresiones que los hombres y mujeres arrepentidos usamos en nuestro desesperado e infructuoso intento por recobrar a la persona que estamos a punto de perder: “me he dado cuenta de que tú eres el hombre de mi vida”; “te juro que nunca más voy a volver a fallarte”, “sin ti mi mundo no tiene sentido”; “no podría vivir si me dejas”,
etcétera, etcétera, etcétera. (busconovia)
Helada, sí helada se quedó Laura. Pues aquellas frases trilladas que cuenta Renato se las dijo a él. Bueno tampoco exactamente así, pues ella reconoce que puede vivir sin él, que su vida sigue sin él, etc. etc. y todo el rollo que ahora (felizmente) esta en su cabeza; pero fue en ese momento que entendió la frialdad y la molestia que mostraba él ante sus sinceras, trilladas, pero sinceras frases.

Fue un día después del taller, que dictaban juntos, que Laura decidió hablar con él. Previa conversa con sus viejas y entrañables amigas del cole, un par de cervezas negras, llanto, incoherencias, iluminaciones y más llanto. Ella decidió hablar y soltar todo lo que tenía que decir, además claro está de las que ella considera terribles omisiones durante su relación.

Si bien era la segunda vez que hablaban sobre la pasada e inexistente relación amorosa, aún quedaban cosas por decir y aún rondaba en ella la esperanza de un volver.

Esperanza que sería inimaginable e insufrible en los días y las noches siguientes y los amaneceres y atardeceres posibles. Era necesaria esa charla para continuar y para quemar, cual Francisco Bolognesi, hasta el último cartucho.

Compró un chocolate, un yogurt de durazno como el que solían tomar en las mañanas. Se puso linda y escribió en una hoja lo que tenia que decir para no olvidar nada.

Terminó la sesión, y en la puerta previo beso de despedida le preguntó si podían tomarse unos minutos para conversar. Él se mostró cansado y dubitativo, ella no quiso insistir pero finalmente él aceptó.

Caminaron un par de cuadras, el recorrido había sido previamente estudiado por Laura y la conversación pauteada en un guión que yacía escondido en su bolso.

Se sentaron en unas bancas, que para mala suerte gozaban de excesiva iluminación, además del ruido de las bocinas, cláxones y motores de los autos, buses y camiones que pasaban alrededor del parque.

Empezó la conversación, calmada y tranquila ella empezó a enumerar una serie de situaciones y planes que no fueron mencionados durante la relación. Específicamente los últimos 6 meses del año y medio que pasaron juntos.

- Que si deseaba que vivieran juntos, que el miedo a su negativa entre otros miedos hicieron que no lo mencionara y que se ocultara en un quiero vivir sola cuando él ofreció su casa y un espacio en el armario para colocar sus cosas, cuando las cosas empeoraron en su casa y se hacía insostenible su presencia con aquellos extraños que eran su familia.

- Que si pensó y quería tener hijos, sus hijos (más adelante claro), pero que al entrar a las filas del feminismo se perdió en conceptos y pensamientos que aún no comprendía bien, como el aborto. Pues si bien, Laura, está de acuerdo con el derecho a decidir de las mujeres sobre su cuerpo, no debió exigirle a él, en mas de una conversación o discusión que tomara posición frente a ese suceso. Pues no era su situación, pues se cuidaban mutuamente, y porque él en más de una ocasión hablaba de los niños o de la niña que quisiera tener en un futuro, un futuro con ella. Porque ella no estaba sola, porque él la quería y porque simplemente no era la situación o el caso, porque ella no era un caso de campaña a favor del derecho a decidir de las mujeres, pero sobre todo porque ella deseaba que él fuera el padre de sus hijos en un futuro.

- Que cuando él mencionó que cuando quisiera pasar su vida con alguien y ésta no quisiera casarse (cosa que Laura repetía incesantemente) él haría una fiesta; una gran y sencilla fiesta con amigos, y gente interesada para comunicar que con esa mujer quería pasar sus días, Laura no le dijo nunca que desde esa noche ella pensó en esa fiesta, en el vestido, en la comida y en como su abuela se esmeraría por preparar los aperitivos.

- Que cuando viajaron a ese país desconocido rumbo a mil y una aventuras, ella sabía que podía arriesgarse a muchas más y que no le molestaría atravesar continentes una y otra vez si fuera necesario.


Pero luego de esas confesiones el guión fue olvidado, el sentimiento abrumador y Laura simplemente dejó soltar además de lágrimas anhelos, deseos y planes aquellas frases trilladas que hoy vio y reconoció en Francesca.

Él que se había mostrado en un principio atento empezó a incomodarse, a cerrarse y a colocar una pared entre los dos, incrédulo ante la supuesta madurez de Laura.

Lo que continuó, lo que se dijo no tiene caso recordarlo es más quisiera olvidarlo.

Laura solo recuerda como se sintió y el rotundo “NO” que a través de los gestos, miradas y frases sueltas decía él, las que se resumen en un par de líneas del post de Renato:

Quienes hemos pasado alguna vez por el terrible rito de la contrición amorosa y hemos apelado a esas peticiones sabemos lo duro que es rogarle a alguien que se quede contigo y recibir a cambio tan solo una devastadora mirada de lástima, o una caricia de compasión o, peor, un tibio beso en la frente. (busconovia)
El texto de Renato fue una revelación, era demasiado pronto y tal vez demasiado tarde para esa conversación.

EL RITUAL

Lenta y decididamente con un pedazo de algodón Laura quita no solo los rastros de la crema limpiadora en su rostro sino también las penas, mientras se mira fija y detenidamente en el espejo.

Un ritual que día en día realiza se va haciendo costumbre, hasta que pueda, hasta que se acaben las cremas que le regalaron, o hasta que aparezcan nuevos y semejantes rituales.

Laura se mira en el espejo... trata de ver los cambios, que claro siente, pero quiere ver si se ve diferente.

El corte de pelo ayuda, la poca ropa que compro un día se shopping sola también. Las salidas sola, las visitas, ver una obra, ver una película, una exposición, el salir a comer sola, también y… ¿Las flores?

Aquellas gotitas salvadoras para muchos, que conoció hace años pero a las que no les dio importancia o por las que nunca se atrevió ¿Las flores?

Sí, las flores también. Ya va por el segundo frasco, ya van cerca de dos meses de meditaciones y felizmente, porque llegó a ellas antes que al psicólogo.

Terapia alternativa las llaman. Un tanto se pusieron de moda. Pero no fue esa la motivación para tomarlas. Las flores ayudan a Laura pero la ayudan porque ella se cuestiona, porque ella está en una búsqueda, ella va a su encuentro.

Las flores le permiten eso, eso es lo que ella siente, eso fue lo que le dijo la “chica de las flores” y eso es lo que encontró en las diversas páginas de Internet en las que investigó su efecto pues Laura siempre quiere saberlo todo para poder decidir. Es exigente.

Laura prefiere cuestionarse ella misma, responderse ella misma, y pasar por esta transición ella misma. No huirá, no correrá, no se esconderá, esta vez va a ganadora, esta vez sabe que puede y sabe también que los cambios o golpes no pueden durar toda la vida, sabe que se sobrepondrá a ellos, sabe que los vencerá, sabe que ese pequeño monstruo en el que se convirtió hace unos meses, el que huía de todo, el que se escondía y aislaba de todo no volverá. Laura simplemente no lo permitirá.

Laura se mira nuevamente... ya acabó el ritual. Mira sus ojos y sí, se da cuenta que cambió. Ella ve el cambio o el inicio de uno, ella ve una transformación, que los demás no lo vean, que los demás no lo crean, no importa, ella lo ve y eso es lo que cuenta.

EL COLECTIVO

En una de las tantas salidas para no pensar en él y retomar las riendas, Laura sale al encuentro de Gloria, una de las pocas amigas de años escolares que esta a su lado en esta transición.

Extiende el brazo y una humareda de polvo la traviesa. Sube y en su nuevo afán suicida no se coloca el cinturón de seguridad.

Empieza la charla, Laura es la única pasajera y por comodidad se sentó en el asiento delantero el auto, se convierte así en presa fácil para el chofer quien intenta, quien sabe por qué número de vez, proponer una aventura a la extraña y ausente pasajera.

Se escucha piropos sonrisas y preguntas. ¿Cuál es tu nombre?, ¿Trabajas?, ¿Haz ido a la playa?¿No pues no alcanza la plata?, ¿ Cómo crees que me va a mi?. Ante tanta pregunta Laura viaja con la mirada velozmente a su punto de destino.

Clacc!, subió un nuevo pasajero, quien mencionó a Laura la ausencia del cinturón. Mientras escuchando en segundo plano las locas insinuaciones del chofer con pasajero atrás, Laura miraba por la ventana, el sol caía y acariciaba su rostro, los recuerdos sus locas aventuras volvieron a su mente.

El viaje en coche en aquel país desconocido, aquellas aventuras insignificantes del día a día, y aquellas aventuras que ya no podrán ser. Laura trata de asimilar que él ya no está y que también siempre estará con ella.

Laura se pierde un instante en sus pensamientos...

Un fin de semana a donde quieras, tú me dices y vamos, ofertó el afanoso y pretencioso chofer. La playa, el campo o cualquier rincón fuera de Lima sonaban tentadores, claro que luego de sumergirse en sus pensamientos... Laura tenía en mente a otro acompañante.

Sentenció al chofer entregándole un sol y sentenció también así sus sueños despiertos, él ya no está, él decidió, él… él continúa, él se encuentra… él...

Rojo, el auto se detiene, Laura baja y continúa su camino a pie… No puede evitar una sonrisa debido a tal atrevimiento y proposición.

Laura continúa… continúa su búsqueda…. Laura simplemente continúa y sonríe.

EL PSICÓLOGO

Un lapicero y hojas en blanco. Sentada en el centro del consultorio a Laura se le encomendó una tarea, no podía salir de la sesión de ya casi dos horas sin haber culminado y llenado las columnas que el psicólogo, que estaba sentado frente a ella, le había ordenado.

"Dependencia emocional" era el diagnóstico, algo tan típico y común y algo para lo que no necesitaba necesariamente pagar cuarenta soles, bastaban un par de charlas con las chicas y un vino dulce para determinar la situación y la terapia.

Laura había decidido ya algunas semanas atrás a ese iluminador lunes ir a ver a un psicólogo. Sus fantasmas, sus moustrous y su falta de tino para resolver sus asuntos familiares eran señal de alarma. Ella había decidido de una vez por todas hacer algo, dar un paso y ver como son estas famosas sesiones que sus amigas ya en terapia le habían comentado.

Llegó puntual, es más, con 20 minutos de anticipación. Hizo su historia, pagó en caja y compro su bolsa de sparkis. Con lo que no contaba era con el resfriado del psicólogo, quien llego una hora y media tarde y con los rezagos de haber tomado antihistamínicos y mucha agua.

"Cuéntame tu problema" dijo el psicólogo mientras Laura se veía reducida en una pequeña sala en donde no estaba el mítico sillón para echarse sino un sillón no reclinable, en donde todo era blanco y en donde lo único colorido era el escritorio marrón y una computadora algo vieja. Ah! y la pizarra acrílica en donde se le explicaría a Laura su condición de dependiente y con gráficos.

Laura empezó a contar muy rápido claro pues su sesión era de una hora y quería respuestas ya. A medida que el psicólogo iba explicando su condición a la paciente Laura se erguía y no podía creer tal estado. Tenía sus dudas claro está, él se había convertido en su centro por las circunstancias, pero ¿Era para tanto?
El plumón azul trazaba en el soporte blanco las palabras, las relaciones de su condición.

Sí pasaba mucho tiempo con él, sí me aislé, sí lo absorbí, sí me lastimé, sí me duele ahora, pero... pero... yo no fui ni seré así... se decía Laura mientras el psicólogo le explicaba la tarea a realizar.

Dos columnas una con las cosas que la hacían dependiente, la otra con las cosas que no la hacían dependiente, el tiempo corre y el psicólogo quiere ver la hoja llena. No fue difícil para Laura hacer la segunda columna, pues ella era conciente de lo que le había pasado y que quería cambiarlo, es más se había dado cuenta que ya estaba haciendo esas cosas.

El correo electrónico y el número celular le fueron entregados a Laura, quien más tranquila sabía que iba por buen camino y que si bien había gastado cuarenta soles para que le dijeran algo de lo que ya se había dado cuenta; Laura había dado un paso, uno de lo que la llevarían a ese cambio, a tomar las riendas de su vida, a tomar las riendas de sus emociones y a dejar los impulsos reducidos a pequeños momentos en donde las consecuencias no serían catastróficas.

Laura se levantó, guardo el papel blanco continuo, se despidió y decidió no volver al psicólogo. Quien por cierto era lindo, pero quien ya no podía decirle más.

Laura salió, pensó y caminó hasta que se le acabara la bolsita de sparkis... o simplemente hasta encontrarse...

EL TIEMPO

Han pasado varias semanas desde que él decidió alejarse. Laura va y viene perdida en los recuerdos por momentos. Hace sus tareas pendientes, piensa en proyectos futuros, sale, se divierte, habla con sus amigas; regresa a la dinámica que había perdido hace ya varios meses atrás. Logra estar en muchas ocasiones atenta y motivada.

Laura despertó luego de haber permanecido durmiendo casi 6 meses, luego haberse aislado por 6 meses en donde ella se perdió, se convirtió en algo que hoy le es imposible reconocer.

La decisión que él tomó la desperto, la obligó a darse de las cuentas en poco tiempo de las cosas. La decisión que él tomó la golpeó, la revolcó en un sin número de cuestionamientos y reflexiones, en un sin número de conversaciones.

Laura se dio cuenta que se enamoró, y con eso se dio cuenta también lo que perdió.

Ella aprendió, ella cambió, ella valoró, ella no sabe que hacer ahora.... con todo lo que se le vino encima.... olvidar?? irse?? alejarse?? ignorar??

Olvidar, para qué no tendría sentido lo aprendido, no existe LACUNA IN, no puede sacar sus recuerdos y hacer como si nada pasó, ella nunca podrá olvidarlo.

Irse, para qué... él está marcado en su piel, en su adentro e incluso en sus sueños.

Alejarse, puede ser, pero no quiere, no puede, lo harán con el tiempo, pero eso ni ella se lo cree.

Ignorarlo, no sería justo, no puede... ignorar el snetimiento encontrado, el amor, la capacidad que encontró; simplemente no puede. Porque por más que le duela ese sentimiento está ahí... y solo dios o el universo sabrán hasta cuando...

El tiempo dirá dice Laura, el tiempo curará... el tiempo... el tiempo... el tiempo

EL DESAYUNO

Como cada mañana Laura se despierta con lo ajetreos de la mañana. Molesta por tener que despertarse a pesar de no tener responsabilidades hace lo de siempre:

1. Se despierta.
2. Se echa las gotas de las flores.
3. Prende la computadora.
4. Abre sus cortinas.
5. Abre su ventana.
6. Prende su celular.
7. Se conecta al Internet.
8. Revisa si tiene mensajes o llamadas.
9. Piensa en él.
10. Trata de distraerse.
11. Chatea con amigas.
12. Busca chamba por correo.
13. Piensa en él.
14. Trata de no pensar en él.

Como es usual no tiene hambre en las mañanas. Su desayuno eran dos vasos gigantescos de medio de litro de agua. En el mejor de los casos un pan o un vaso de yogurt, pero esto era en el mejor de los casos.

Un día una amiga virtual le pregunto sobre el desayuno, comida fundamental y vital según especialitas y cualquier mamá para tener energía y poder desarrollar la mañana.

Laura como siempre responde, es que no tengo hambre. Cuando tengo como. Al sentenciar su vida alimenticia mira lentamente hacia la ventana en donde unos containeres colocados estratégicamente la saludan. Respira y trata de no pensar.

¿Por qué Laura no come? ¿Por qué la terca necesidad de ver siempre a la ventana para tratar de no pensar? ¿Porqué la necesidad de mirar al cielo, a las nubes, pidiendo con los ojos marchitos algo que no será concedido?

Laura extraña, Laura se marchita. Laura recuerda aquellos desayunos de a dos. Pan con mermelada, queso, leche, cocoa o té. Los platos en la mesa, las tazas desiguales, la corteza del pan sobre la mesa y su sonrisa. Sí, su sonrisa, la manera de cortar el pan, la manera de colocar mermelada con mantequilla sobre la mitad de un pan y remojarla en una taza de leche fría.

Laura no tiene hambre en las mañanas, porque eso le recuerda a él. ÉL quien se quedo marcado en su piel y en sus ojos. ÉL a quien ama con locura y ahora en secreto. ÉL a quien no sabe como le hizo para que dejar de quererla. ÉL a quien extraña en todos sus sentidos, en todos lo momentos en cada futuro recuerdo.

Laura no tiene ganas de tomar desayuno porque su compañero no está. Laura está incompleta, sabe que siempre lo estará, sabe que se equivocó y que no será igual. Sabe que el amor es un sentimiento grande que hizo que se diera cuenta d emuchas cosas... pero también sabe que se dio cuenta tarde y que desde ese día está incompleta.