¡Llegó el invierno!

Con él muchas nuevas noticias, ideas, trazos y experiencias.

A Laura empezó a gustarle el invierno, si bien ningún extremo era de su agrado, aprendió a apreciar el frío y la neblina, que poco a poco iban mostrándole las calles y nuevos horizontes.

Comenzó a comer helados los domingos a las siete de la noche en una mesa que ya era suya, junto al árbol que la abrigaba del frío.

Aquella mítica heladería en Magdalena se convirtió en su refugio de los domingos. Las chicas del local ya la reconocían, y, de antemano, tomaban la orden: medio litro de helado, fudge, mermelada y un conito.

Sí, a Laura le gustaba jugar con el helado cada vez que se cansaba de leer diez páginas del libro que llevaba para la noche.

Intentaba tener nuevos hábitos, recuperar viejas ilusiones y metas que, en un principio, la acompañaron cuando empezaba su afán de independencia hace ya algunos años.

Que si escribir poesía, que si leer un libro, que si decirle a la gente NO ME CAES BIEN; no esperar nada, no esperar a nadie, no estresarse por nada ni nadie, sintiéndose totalmente libre de ser quien quiere llegar a ser.

El invierno además del frío y los helados de tarde-noche trajo renovación, vitalidad y muchas ganas de vivir nuevas experiencias; conocer gente, lugares, cosas, etc.; todo aquello que representara lo maravillosamente desconocido y lejano.

Laura empezaba a hacer cosas; no solo a pensarlas; no solo a depurar algo de mierda de su cabeza; no solo a aceptar que él ya no está. Laura hacía cosas, muchas, variadas y locas.

El hacer es muy importante en este tiempo: el hacer, el hacer, el hacer...

Laura está aprendiendo a vivir con ese fantasma, con esos sentimientos; los que ha hecho a un lado para continuar, los que ignora ahora con ayuda de su ausencia, pues él regresará en meses. Aunque, a veces cuando escucha su nombre o aparece algún recuerdo, por unos segundos el tiempo se detiene y luego, a veces, en secreto inventa alguna o varias historias juntos.

Laura en estos precisos momentos va hacia lo maravillosamente desconocido y lejano.